Howard Gardner, uno de los 100
intelectuales más influyentes del mundo y Premio Príncipe de Asturias, nos
enseñó que cada persona posee, además de la inteligencia cognitiva, otro tipos
de inteligencias que nos ayudan en aspectos tan necesarios como la generación
de nuevas ideas y la capacidad de crear, la posibilidad de llegar a acuerdos, o
lograr la confianza en uno mismo y en los demás. Son las que conocemos, entre
otras, como inteligencia emocional, inteligencia social e inteligencia creativa.
La inteligencia
emocional es una inteligencia que es decisiva, sobre todo, para desarrollar
algunas de las actitudes, capacidades y habilidades que los españoles
necesitamos en estos momentos tan cruciales de nuestra historia. La gestión
adecuada de nuestras emociones nos permite ser más creativos e innovadores,
siendo capaces de superar el miedo a la crítica o al fracaso; o en nuestra
capacidad de crear confianza, o de ponernos en el lugar del otro para
entenderle mejor y descubrir qué nos une a él más allá de las diferencias; o
para solucionar los conflictos sin violencia y de forma constructiva; o para
aprovechar la fuerza que tienen emociones como la frustración.
Sabemos que
existe, sabemos que la necesitamos más que nunca y sabemos cómo desarrollarla, así
que tenemos la oportunidad de enfrentar todos los retos formativos y educativos
que cada uno de nosotros tenga por delante de una forma nueva, más inteligente.
Pensando en una formación que incluya los aspectos cognitivos, pero también los
emocionales, sociales y creativos. Sabiendo que, para nuestro futuro, incluso
más importante que lo que sabemos es cómo usamos nuestras emociones para buscar
y encontrar soluciones y nuevas formas de afrontar los retos.
Por otro lado,
la educación de las emociones no es un lujo. Es una necesidad imperiosa que
tenemos que afrontar desde las primeras etapas del sistema educativo. Si
hacemos ahora esa apuesta en nuestro país, habrá más posibilidades de que los
ciudadanos sean personas sanas y equilibradas, menos agresivas y más
solidarias, con iniciativa, creatividad y liderazgo. En definitiva, necesitamos
una escuela más abierta que potencie la inteligencia emocional, social y
creativa con el humilde, y a la vez tan humano, propósito de aprender a
convivir y ser felices.
En definitiva,
la inteligencia emocional es el tipo de inteligencia que necesitamos desarrollar
para ser más creativos, para entendernos mejor unos a otros, para generar
confianza y para atrevernos a buscar nuevas formas de hacer las cosas.
Fuente: Fernández-Berrocal, Pablo (26 noviembre 2013), ''La inteligencia emocional''. El país; http://elpais.com/elpais/2013/11/18/opinion/1384787014_634340.html
Imágen: Extraída de Google
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